¿Es el papá quien debe establecer un orden en el hogar?, ¿qué pasa con la autoridad de la mamá, también cuenta?, ¿es necesario que haya una figura de mando en la familia?, ¿hasta qué punto las expresiones de amor —llámense cariño, afecto, dulzura, ternura, simpatía, amistad— pueden llegar a desdibujar o mermar el poder del padre frente a sus hijos?, ¿es suficiente con que uno les diga “te amo”?, ¿es eso lo que ellos esperan recibir? Y nosotros, como padres, ¿sentimos algún impedimento para expresarles abiertamente nuestro cariño?, ¿puede llegar a desdibujarse frente a la esposa o los amigos nuestra imagen de padres si somos especialmente cariñosos con los hijos?, ¿nuestra principal función con los hijos es proveerles económicamente?, ¿“asegurarles” un buen futuro económico es la demostración de lo buen padre que soy?
Estos y muchos otros interrogantes podrá resolver el lector a partir de la experiencia del autor y la investigación hecha por él del apasionante tema de la paternidad en tres generaciones familiares, observando sus cambios y significados
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